martes, 14 de agosto de 2007

Libros que desvelan

Cuando abro un libro de los denominados libros de imaginación (teatro, poesía y novela), disfruto dejándome llevar por la historia que recrea; compartiendo esperanzas, temores, regocijo... con sus protagonistas; conociendo lugares remotos o imaginarios y viajando a lomos de palabras viejas o desconocidas. Me evado, abandono voluntariamente el estado de vigilia en el que me atrapa la cotidianidad y penetro de puntillas en el territorio de los sueños. Me siento libre. Por todo ello decidí llamar a este blog Soñado Voy y, por consiguiente, a la sección en la que se incluye esta opinión, Libros para Soñar.

Sin embargo no todos los libros poseen las características esenciales para transportarnos al deseado mundo de los sueños. Hay incluso algunos que, lejos de arrullarnos dulcemente, nos abofetean de manera brusca desvelándonos, bien sea por aquello que nos cuentan o bien por la manera que tienen de narrarlo. Por lo que respecta a esto último, El Capitán Calzoncillos y las aventuras de Superpañal resulta un ejemplo bastante contundente.

El autor de la serie de El Capitán Calzoncillos nos presenta a través de dos niños ficticios que hacen las veces de dibujante y guionista, diferentes historias en formato cómic de las aventuras de este superhéroe. Tan sólo he tenido la oportunidad de leer el título mencionado anteriormente, por lo que la crítica que realizo no es extensible al resto de títulos de la colección (aunque tristemente sospecho que podría incluirlos).

Como ya he comentado la historia se nos presenta en formato cómic, con viñetas en blanco y negro y unos atractivos fliporamas (dos dibujos estáticos en páginas consecutivas, el segundo de los cuales representa la inmediata acción del primero, animados gracias al movimiento reiterado de la primera de las páginas). Al final del libro se explica cómo dibujar a los personajes más representativos de la historia. Hasta aquí el libro parece interesante. La historia no es magnífica, pero puede resultar divertida a lectores de 7 años, edad a partir de la cual está recomendado el libro. Ahora bien, cuando empiezas a leer te das cuenta de que algo no funciona. Cuesta un tiempo reaccionar, darte cuenta de que realmente estás leyendo lo que estás leyendo y continuar para buscar una explicación a lo que, sin duda alguna, piensas será explicado. Y es que no resulta sencillo asimilar el hecho de que se editen libros en los que las palabras escritas correctamente, sin faltas de ortografía, sean la excepción. Con esto no me refiero a que existan ligeros (aunque siempre graves) defectos en la acentuación, o en la puntuación... me refiero a errores garrafales como:
horígenes, malbado, visabuela, labandería,
continuazión,

oxserva, albertencia, viholencia, benganza, diharrea, alludas,
orrible, hasustan, prohividos, enerjía nuklear, miyones, pájina
...y un largo etcétera.

Como no puedo entender el porqué de lo que estoy leyendo, busco una respuesta: supongo que el autor es consciente de los errores ortográficos que comete, así pues imagino que es un recurso humorístico, un guiño "cómico" que introduce no se muy bien a santo de qué. Sin embargo para que una broma surta efecto debe ser entendida por el destinatario. Los niños y niñas de 7 años dudo mucho que manejen con soltura las reglas ortográficas, más bien se encuentran en un proceso de aprendizaje y asimilación, por lo que no comprenderán las "bromas" realizadas tan alegremente por el señor Pilkey (el autor). Lejos de eso, el hecho de ver mal escritas palabras que paradójicamente cumplen con las reglas ortográficas (como es el caso de combertido e imbentaré, ambas cumplen la regla referente a la "m" delante de la "b") les confundirá, cuando no les induzca a escribirlas incorrectamente en el futuro. En ninguna parte del libro existe una nota que avise de los errores en los que se incurre, ni de una propuesta de lectura para descubrirlos.

No soy ninguna purista del lenguaje, admito la introducción de términos nuevos, la renovación y modernización, el mestizaje lingüístico (sin que suponga la pérdida de identidad de una lengua). Pero me revienta ver de qué manera vamos perdiendo y degradando algo que nos pertenece y que deberíamos continuar construyendo (y no destruyendo) poco a poco entre todos.

Título: El Capitán Calzoncillos y las aventuras de Superpañal
Autor: Dav Pilkey
Editorial: Barco de Vapor. Serie Azul
ISBN: 84-348-9159-x
Edad recomendada: A partir de 7 años

4 comentarios:

L.S. Carrera dijo...

Las Bibliotecas Publicas Municipales de Madrid aprovechan los errores ortográficos del libro para desafiar a los jóvenes a identificarlas.
Es un recurso interesante para suplir el atentado de los autores al castellano.

La Raguna dijo...

Sí, la verdad es que es una buena opción para no censurar un libro que en realidad gusta a los niños y niñas, aunque no estaría mal que esta alternativa fuera propuesta directamente por el autor. Más que nada porque, vuelvo a insistir, no se muy bien cuál su intención al cometer errores tan graves.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, debería haber una nota que avisara a los lectores... La ortografía se aprende en primer lugar por memoria fotográfica, luego vienen las normas y los cuadernillos, así que niños tan pequeños pueden aprenderlo todo del revés...

Marta dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en que debería ser el autor el que señale y explique la existencia de estas faltas. Y en todo caso, sigue sin parecerme adecuado si el libro está orientado a niños tan pequeños. Sin más, no le veo la gracia.