Ha sabido que le iba a costar trabajo creer en si misma, en las habitaciones de la casa, y al lanzar una ojeada a ese libro nuevo en la mesilla, depositado encima del que terminó anoche, ha extendido la mano hacia él automáticamente, como si leer fuera la primera, singular y más obvia tarea del día, la única manera viable de realizar el tránsito desde el sueño a las obligaciones.
(...)
En otro mundo, ella podría haberse pasado la vida leyendo.
(...)
Una página más, decide, solo una. Todavía no está preparada; las labores que le esperan (ponerse la bata, cepillarse el pelo, bajar a la cocina) son todavía demasiado vagas, demasiado esquivas. Se concederá otro minuto aquí, en la cama, antes de entrar en el día. Se concederá un poquito más de tiempo.
Fragmentos pertenecientes al personaje de la señora Brown de la obra Las Horas de Michael Cunnigham
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En otro mundo, ella podría haberse pasado la vida leyendo.
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Una página más, decide, solo una. Todavía no está preparada; las labores que le esperan (ponerse la bata, cepillarse el pelo, bajar a la cocina) son todavía demasiado vagas, demasiado esquivas. Se concederá otro minuto aquí, en la cama, antes de entrar en el día. Se concederá un poquito más de tiempo.
Fragmentos pertenecientes al personaje de la señora Brown de la obra Las Horas de Michael Cunnigham
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